Retos virales: Un riesgo que se extiende como el fuego

Una epidemia de intoxicaciones parece haberse desatado en varios estados del país, con picos en Portuguesa, Barinas y Miranda, donde resultaron afectados al menos 250 niños y adolescentes y 50 adultos y un lamentable saldo de tres fallecidos hasta la fecha.

Las autoridades han señalado un presunto responsable: los retos virales propagados a través de las redes sociales, específicamente TikTok.

El pasado lunes 17 de noviembre se informó sobre el deceso de una adolescente tras ingerir unos medicamentos como parte de un reto que hacía junto a compañeros de clase. Días más tarde otro adolescente murió en Los Teques, por habese intoxicado en Ocumare del Tuy con un limpiador que había inhalado de una botella. El jueves 21 se informó de un tercer menor fallecido.

En Portuguesa se registraron casos, entre otros, en los liceos 27 de Junio de Turén, José de La Cruz Paredes de San Rafael de Onoto y Arturo Celestino Álvarez de Guanarito, además de la Escuela José María Vargas de Guanare. En Miranda se reportaron otros dos casos, uno en el Liceo Gamelotal de Tacarigua y otro en el Liceo 15 de Octubre de Santa Teresa del Tuy.

En Barinas se registró otra intoxicación masiva que afectó a 94 personas en el Liceo Dr. Carlos María González Bona de Pedraza.

También hubo casos en Guárico y Cojedes.

Todos los afectados presentaban mareos, náuseas, vómitos, asfixia, dolor precordial, desmayos, picazón en piel y ojos, enrojecimiento ocular, taquicardia, bradicardia y disnea.

Las autoridades denuncian que se trataría de un reto viral, el “Chroming”. Por los momentos hay varios detenidos por las intoxicaciones, mientras que las autoridades anuncian posibles medidas contra las redes sociales, sin haber presentado videos de los desafíos.

Entendiendo el fenómeno
Los retos nos han acompañado desde los albores de la historia. Son parte de la dinámica social, nos permiten definir jerarquías y dejar en evidencia las capacidades y personalidades de los integrantes de clanes y grupos humanos.

Desde antiquísimas pruebas sociales, nacidas para demostrar el paso del niño a adulto, los retos son parte de la sociedad. Muchos se convirtieron en deportes, incluso hemos normalizado la existencia de retos extremos que representan peligro para quienes los practican y van más allá del deporte, y los convertimos en un espectáculo millonario: los deportes extremos.

En fin, los retos son parte del comportamiento humano, hacen que individuos y sociedades evolucionen. El gran problema es cuando, en pro del espectáculo, se utiliza a jóvenes por diversión, exponiendo sus vidas al peligro.

El precio del “me gusta”
Hoy las redes sociales cambiaron los paradigmas comunicacionales; con ese cambio emergieron nuevos peligros. La democratización de la información, aunque positiva, no llegó con todo lo bueno que se esperaba. A pesar de que dio presencia a nuevas voces y visiones de la realidad, también permitió la multiplicación de prácticas nocivas.

Olas desinformativas, deepfakes y manipulación encontraron el camino abierto para llegar a millones de personas, muchas de ellas susceptibles. Las estafas, el ciberbullying y los retos virales peligrosos se propagaron como fuego por el pasto seco, gracias a la avasalladora presencia de las redes sociales y su hipnótico poder.

Al mezclar redes sociales, desinformación y manipulación, con dependencia e inexperiencia de niños y adolescentes, nos encontraremos ante una bomba a punto de estallar y su pólvora es la popularidad digital.

Se desprende del documento “Riesgos de los retos virales”, de Eduardo Caballero Ardila, que la sociedad enfrenta viejos miedos con nuevos rostros: adicciones, problemas en la autopercepción y alimenticios, acoso, depresiones y suicidios se multiplican, y muchos de ellos tienen como eje transversal las redes sociales y a los más jóvenes como sus protagonistas.

La popularidad en línea es un capital social
El auge de las redes sociales es fundamental para la propagación de los retos virales, plataformas como Facebook, YouTube y especialmente TikTok e Instagram, con su enfoque en videos cortos, facilitan la rápida diseminación de los desafíos.

Nos hemos convertido en creadores de contenido que no disfrutamos la vida sino que la vemos a través de pantallas, con el objetivo de presentarnos exitosos, felices y plenos, eso nos rinde frutos en forma de “me gusta”.

La popularidad en línea es hoy un “capital social”, con valor en la vida real; quienes lo detentan, denominados “influencers”, tienen el poder de influenciar en opiniones y decisiones, y ellos usan ese capital a su favor.

El algoritmo de cada red hace el resto, lleva el contenido de enganche al usuario que más lo requiere, sin medir edades, ni riesgos.

El tema de los retos virales no es un problema de niños siendo niños, sino que forma parte de una nueva manera de asumir nuestras interacciones en el mundo digital y real, de allí deriva la importancia de ser responsables y tener una sana educación digital.

Las autoridades deben actuar, pero ¿cómo? Estamos ante situaciones que van más allá de soluciones por la vía de la censura, nos encontramos ante la necesidad de educar más y mejor a nuestros niños y a nosotros mismos.

Información de El Universal