Perdonar es un acto de valentía
La Palabra de Dios nos enseña en el libro de los Proverbios, capítulo 17, versículo 9: «Cuando se perdona una falta, el amor florece, pero mantenerla presente separa a los amigos íntimos» (NTV).
Perdonar construye, libera, sana, nos ayuda avanzar en todo lo que Dios ya ha diseñado para nosotros.
Sin embargo, muchas veces decidimos no perdonar a nuestro ofensor, aun sabiendo que el dolor y la amargura nos van a acompañar en un proceso que va a aumentar día tras día hasta llevarnos a una muerte espiritual.
Perdonar es una decisión que tomamos no mirando los detalles de la ofensa ni el comportamiento del que ofendió.
Perdonar es un acto de valentía, pues junto con el perdón recuperamos la confianza que habíamos perdido en las personas.
¿Qué sucede si el que nos hizo daño fue alguno de nuestros padres, o la esposa, o un hermano, o algún hijo u otro amigo de confianza?
¿Qué sucede si ellos nos abandonaron, abusaron, traicionaron, mintieron e incluso nos rechazaron?
Hace unos días leí la historia de Lindanna Rose. Desde muy niña sufrió abusos de su padre. Todo comenzó con maltratos físicos, sumergiendo su cabeza en botes con agua y abuso sexual a una corta edad. Todo cambio cuando Cristo llegó a su vida, de quien aprendió una de las mayores lecciones de la vida, el perdón.
¿Debo o no debo perdonar a quien me hirió?
¿Qué pasa si soy yo quien necesita ser perdonado?
Padre, quiero vivir un estilo de vida donde perdone con facilidad aquellos que me han ofendido.
Palabras claves: Perdón, Reconciliación, Misericordia, Amor, Discípulos.
Efesios 4:32; Mateo 6:14; Lucas 6:37; Salmo 86:5; Marcos 11:25; Miqueas 7:18.
Janoi Lopez Quintana
Pastor de la Iglesia Cristiana Cypress Houston TX