Cuando recibimos un mensaje de parte de Dios, necesitamos entender correctamente lo que nos está queriendo decir.
El apóstol Pablo, después de llegar en barco al puerto de Tiro en Siria y compartir una semana con los hermanos del lugar, le profetizan por medio del Espíritu Santo, que no debía seguir a Jerusalén. Hechos 21:4
Varios días después, estando en casa de Felipe el evangelista, llegó de Judea un hombre llamado Ágabo, quien también tenía el don de profecía. Se acercó, tomó el cinturón de Pablo y se ató los pies y las manos. Luego dijo: «El Espíritu Santo declara: “De esta forma será atado el dueño de este cinturón por los líderes judíos en Jerusalén y entregado a los gentiles. Hechos 21:10-11
Cuando los creyentes del lugar escucharon la profecía de Agabo le suplicaron que no fuera a Jerusalén. Hechos 21:12
Pero Pablo les dijo: ¿Por qué todo este llanto? ¡Me parten el corazón! Yo estoy dispuesto no solo a ser encarcelado en Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús». Al ver que era imposible convencerlo, nos dimos por vencidos y dijimos: «Que se haga la voluntad del Señor. Hechos 21: 13-14
¿Pablo estaba siendo caprichoso y desobediente ante Dios y sus hermanos en su decisión de ir a Jerusalén? O estaba entendiendo correctamente el mensaje que Dios le estaba mostrando.
El Espíritu Santo no le está negando a Pablo viajar a Jerusalén, más bien le estaba alertando a través de las profecías lo que iba a acontecer en su vida.
El lugar más seguro donde podemos estar es en el centro de la voluntad de Dios.
¿Estoy entendiendo completamente lo que el Señor me está mostrando en su palabra?
¿Estoy viviendo en el centro de la voluntad de Dios?
Señor, danos valentía para cumplir tu voluntad y no ser guiados por las circunstancias ni las personas que están a nuestro alrededor.
Palabras claves: Voluntad de Dios, Obediencia, Misión, Discípulo
1 Pedro 3:17; Proverbios 19:21; Salmos 40:8; Colosenses 1:9; Juan 4:34
Janoi Lopez Quintana
Pastor de la Iglesia Cristiana Cypress Houston TX