El caso que se resolvió con el “testimonio” de un fantasma
El 22 de junio de 1897, después de cinco meses de creer firmemente que su hija había sido asesinada, Mary Jane Heaster estaba en una audiencia judicial para dar su testimonio.
Hasta entonces, el fiscal del caso la había escuchado afirmar que durante cuatro noches su primogénita fallecida, Elva Zona Heaster Shue, la ‘visitó’ para contarle la supuesta verdad sobre lo ocurrido.
Según dijo, la propia muerta le confesó que el deceso no había sido producto de un “desmayo eterno”, como determinaron los médicos, sino de un homicidio a manos de Erasmus Trout Shue, quien era su esposo.
“¿Está segura de que esas ‘visitas’ no fueron cuatro sueños?”, le inquirieron a Heaster en el Tribunal local del condado de Greenbrier, en el este de Estados Unidos.
“Sí, señor. No fueron sueños. No sueño cuando estoy completamente despierta, sin duda; y sé que la vi allí conmigo”, respondió la declarante, conforme reportaron los diarios locales.
Ante la poca evidencia de que la fallecida había sido víctima de un homicidio, varias preguntas agudas sobre la tendencia a la superstición de la madre angustiada salieron a flote.
Sin embargo, la mujer se mantuvo firme en su versión.
Tras una hora de deliberación, el grupo de jueces determinó que el esposo de la difunta Elva Heaster debía ser condenado a cadena perpetua por su asesinato.
Y aunque el veredicto no especificó que la ‘revelación’ del supuesto fantasma influyó en la sentencia, así lo inmortalizó el relato popular que, más de un siglo después, sigue recordando lo ocurrido como “el extraño caso que se resolvió con el ‘testimonio’ de un fantasma”.
Con información de El Tiempo