Los que llegaron al Zulia y se quedaron (I):
“He vivido 68 años en Maracaibo a la que no cambiaría si nazco dos veces”
Llegó de Nicaragua en 1.956, su lugar de nacimiento, pero a sus 82 años viviendo entre nosotros el destino lo ha convertido en otro distinguido zuliano. Cree mucho en el adagio que asegura que “uno no es de donde nace, sino de donde se lucha”. Sonriendo dice que solo le falta tener el “Certificado de Zulianidad”. Carlos Noguera es su nombre. Decidió hacer su vida en la Tierra del Sol Amada a la que siente tan suya como lo expresara el poeta Udón Pérez.
En el viejo aeropuerto Grano de Oro de Maracaibo sus pies de adolescente, con apenas 14 años de edad, pisaron por primera vez la tierra bendita de La Virgen de Chiquinquirá. Su mamá, Ana María Ortiz (+), lo montó en un avión en la terminal aérea Las Mercedes en Managua.
A su hermano mayor, Raúl García Ortiz (+), le tocó recibir a su hermano menor, único hijo del segundo matrimonio de la mamá de ambos. Raúl ya había arribado al estado Zulia en 1.949, buscando una mejor calidad de vida cuando la Venezuela rural de entonces comenzaba, poco a poco, a desarrollar su industria petrolera.
Cabimas sería la primera ciudad venezolana donde vivió el mayor de los hijos de Ana María Ortiz. Allí permaneció solo tres años laborando en una barbería de la Costa Oriental, lejano de su natal Nicaragua donde ya existía el gobierno de “Tacho” Somoza, primero de una dinastía dictatorial de ese bello país centroamericano, lleno de volcanes, cuna del procer Augusto César Sandino y también del grande Rubén Darío, uno de los mas insignes poetas y escritores que ha parido la América Latina.
En Nicaragua quedaron Ana María Ortiz y dos de sus hijas, pero sólo una de ellas, Alicia (+), volvería a reencontrarse con el resto de la familia que ya estaba en la tierra que sería su nueva patria. Luz Marina, falleció a la edad de 17 años en 1.950, víctima de una enfermedad propia del trópico que no permitió la reunificación completa de la familia. Su mamá viajó en 1959 a Maracaibo y un año despues lo haría Alicia con dos hijos.
Cuando han transcurrido 75 años del éxodo del hermano mayor de Carlos Noguera al estado Zulia, adonde, además, en esa época llegaron españoles, portugueses, italianos y de otras nacionalidades, esta familia nicaragüense de escasos integrantes originalmente, echó raíces en su nueva patria que hoy superan los 144 miembros, entre hijos, primos, nietos y los bisnietos que vienen en camino. Todos son “Made in Maracaibo”, asegura Noguera con una expresión de alegría y satisfacción.
Carlos Noguera es una persona que aún con 82 años de edad quizá no tenga la fuerza de un joven, pero sigue con constancia, dedicación y puntualidad diaria en su actividad de “profesional de las tijeras” que así la califica, orgullosamente, en la barbería “Venezuela Styl” en un local del edificio “Don Diego”, al lado de la Alcaldía de Maracaibo, avenida número 4, antes Obispo Lazo.
Es inimaginable la cantidad de cortes de cabello que ha realizado a hombres, jóvenes y niños en los últimos 44 años en ese lugar del centro de la ciudad, donde abrió y asumió solo, a cualquier riesgo, los gastos de su propia empresa en 1.980 que le ha permitido levantar a sus hijos Carlos, Sandra, Cary (+), Ana María, Heberto (+), Thais, Thania, Carlos José y Juan Carlos de su matrimonio y de una relación extranupcial.
Carlos Noguera con apenas 14 años de edad, un día después de arribar a la capital del Zulia, inició el aprendizaje en el arte del corte de cabello, teniendo a su principal tutor, maestro y guía en su hermano Raúl García Ortiz, quien había instalado su propio negocio de peluquería, llamado Xolotlán, donde tenía seis empleados. Ese sería el sitio, ya desaparecido, donde Carlos conocería a su actual esposa, Margarita Romero, oriunda de La Cañada de Urdaneta, quien le ha dado cinco hijos en 63 años de unión matrimonial.
Nuestro personaje de esta entrega especial no olvida que llegó un 3 de junio de 1.956 a Maracaibo y al siguiente día, su hermano, quien fue un padre que le brindó amor, afecto, cobijo, alimentación y estudios, le dijo “aquí terminó el jueguito tuyo. Vienes a estudiar y a aprender la profesión, porque cuando aprendas la profesión y empieces a ganar, vas a ganarte tu sustento para pagar tus estudios”.
Ya tenía aprobado los primeros niveles de escolaridad cuando vino a Maracaibo donde estudió tres años de comercio, pero lo de él no era eso, sino ser un “profesional de las tijeras”. Aprendiendo día a día el arte de cortar cabello en la barbería de su hermano, cuenta que los fines de semana se llevaba algunas herramientas a su casa que le permitían perfeccionar el aprendizaje.
Amigos del sector, en los alrededores del actual mercado de Santa Rosalía, eran los voluntarios que permitían al aprendiz cortarles el cabello de manera gratuita, actividad que procuraba repetir la siguiente semana. Sin embargo, a algunos de sus contemporáneos, cuando les gritaba días después, “eyyy vení pa’ cortarte el pelo”, le respondían, “verrrga que molleja si ya me cortastes el pelo la semana pasada. Vení pa’ emparejarte”, les respondía, “bueno porque así me fui puliendo”, respondió entre risas.
Pasados ocho años, lleno de destrezas y aún laborando en la barbería Xolotlán, Carlos decidió abrirse camino propio y se asoció con el italiano, Donato Soranno, –algo así como un Ángel que La Chinita le colocó en el camino–, quien era dueño de la barbería La Gran Venezuela, desaparecida cuando construyeron la avenida Libertador, donde “me abrieron las puertas ampliamente”.
“Cuando nos tumban la barbería por la construcción de la avenida nos vamos para la avenida Colón a la barbería Nazionale en sociedad y la compramos con facilidades. Ahí estuve ocho años cuando Donato me dijo que en el edificio Don Diego había un local bueno para una barbería. Eso fue en el año 1.980. De inmediato hicimos las diligencias respectivas y alquilamos el local y con lo poco o mucho que había abrí la barbería. El se me echó para atrás y alquilé solo hasta hoy porque el dueño nunca quiso vender. Son 44 años aquí que cumplo ahora en septiembre”.
Ahí sigue Carlos Noguera, al lado de la Alcaldía de Maracaibo, cuál ícono de una ciudad que encamina su rumbo a 500 años de su fundación. Continúa su labor de barbero donde le ha cortado el cabello a personalidades públicas, entre otras, Manuel Rosales, Gean Carlos D’ Martino, Ricardo Cepeda, periodistas como Francis Luther Blacman (+), Adalberto Toledo (+), Elbano Castro Pimentel (+), glorias deportivas, dirigentes políticos, obreros, artistas del teatro y la farándula hasta a los más pequeños de la casa, siempre paciente, amable y conversador. Es el único sobreviviente. El forma parte de *Los que llegaron al Zulia y se quedaron.*
José Aranguibel Carrasco
CNP-5003