Rusia se niega a negociar la liberación de los combatientes ucranianos de Azovstal
Rusia se negó hoy a negociar la posible liberación de los combatientes ucranianos del batallón nacionalista Azov que se encuentran atrincherados desde hace varias semanas en la acería Azovstal, a los que llamó «criminales de guerra».
Convertir a los criminales de guerra de Azov en objeto de negociaciones políticas es una blasfemia en relación a la historia de 1941, cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética, dijo hoy Vladímir Medinski, negociador jefe ruso, en su canal de Telegram.
Medinski consideró erróneo e inapropiado comparar Azovstal con la resistencia de los defensores de la fortaleza de Brest (Bielorrusia) ante el avance imparable de las tropas hitlerianas.
El negociador ruso se preguntó si esos soldados soviéticos habían utilizado escudos humanos, disparado por la espalda a civiles, habían canjeado civiles por comida y medicinas, se habían dirigido al Vaticano a la comunidad internacional o aceptado ser evacuados a otros país con la promesa de no combatir con el enemigo.
Rusia se niega a negociar
Cuando habla de crímenes de guerra, Medinski se refiere al «genocidio», como lo llama Moscú, cometido durante los últimos ocho años por el Ejército ucraniano contra la población civil del Donbás.
Al anunciar la «operación militar especial» rusa en Ucrania, el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, esgrimió como uno de los argumentos la «desnazificación» de Ucrania, al tiempo que llamó «bastardos» a los neonazis.
Turquía se ha mostrado dispuesta a acoger a los combatientes que se encuentra en la planta metalúrgica del puerto de Mariúpol (mar de Azov), entre los que habría más de un millar heridos.
De hecho, un grupo de familiares de los combatientes, en su mayoría esposas, viajaron a Turquía para reunirse con su presidente, Recep Tayyip Erdogan, cuyo país ya acogió negociaciones entre ambos bandos.
Esta semana los expresidentes de Ucrania, Leonid Kuchma, Víctor Yúschenko y Petró Poroshenko, hicieron un llamamiento a la comunidad internacional para salvar a los que aún resisten en la acería, donde dijeron que aún queda un grupo de civiles.
En su carta piden «ayudar con todos los recursos diplomáticos disponibles a las autoridades ucranianas a salvar las vidas de los civiles y militares ucranianos a los que Rusia intenta eliminar por orden de (el presidente ruso, Vladímir) Putin, con métodos bárbaros en el recinto de la planta de Azovstal».
Aunque Putin ordenó suspender el asalto de la planta, los bombardeos son intensos, según las autoridades ucranianas.
Según denunció en Telegram un concejal de Mariúpol, los soldados rusos emplearon bombas de fósforo blanco en la lucha por el control de la ciudad de la región de Donetsk.
EFE