Salineros de la Guajira trabajan a pérdida

La sal, mineral no metálico, que en otrora sirvió como valor de cambio para financiar guerras, se convirtió en uno de los negocios lucrativos a escala mundial. Considerada como la única piedra comestible para el ser humano, valorada por los dioses, es tal vez el condimento más antiguo, incluso, utilizado como elemento purificador en las ofrendas religiosas.
Se estima que la llamada «piedra de los dioses» tiene catorce variedades y usos, siendo la industria química la mayor consumidora con más del 50 por ciento de la producción.

En Venezuela operan tres salineras con la anuencia del gobierno: las salinas de Araya, en el estado Sucre; Las Cumaraguas, en el estado Falcón; y Los Olivitos, en el municipio Miranda del estado Zulia. Esta última, la de Los Olivitos produce el 60 por ciento de la demanda nacional con casi 700 mil toneladas anuales.
Pero también, al norte del estado Zulia, cruzando el río Limón y adentrándose a la localidad de Sinamaica, en el municipio Guajira, se observan pirámides de sal a la margen derecha de la Troncal Caribe.
Cerca de 500 salineros, junto a los paleros, amontonan la sal en los patios de sus viviendas y las inmediaciones de las salinas para negociar con los intermediarios de las contratistas y poder acordar el precio justo del traslado de la sal a la industria.
“Siempre salimos perdiendo. Nos pagan lo que les dé la gana”, confiesa Ana Atencio. En la localidad de La Peña, parroquia Sinamaica, esperan pacientemente a “Amablito”, quien es pariente de la alcaldesa Indira Fernández y ha sido el enlace entre los salineros y las contratistas de la sal.
“Eso no es justo. Nos pagan lo que le conviene a Amablito”, dice José González, otro salinero. “El año pasado, por un saco de sal de 50 kilos, ofrecieron 0.80 dólar y al final nos cancelaron 0.50, pero nos pagan por transferencia o en especies. A veces, nos daban un ticket para comprar la sal y por la demora para el efectivo, nos vimos obligados a vender el ticket por un precio.
La compañía anónima Sal Mi Chinita es una de las contratistas, cuyos socios se encuentran en el exterior. “Amablito” les ofreció pagarles en efectivo el saco de sal a 0.70 dólar; los salineros deben pagar a loa paleros y el impuesto municipal, al final reciben solo medio dólar para sobrevivir.
Otra de las contratistas, Indusalca, cuyo representante es Francisco Juaristi, con domicilio en Maracaibo, mejoró el precio del saco de sal, según apuntó Lino Martínez, pero en modo alguno alcanzó un dólar que, de acuerdo con los salineros, debe ser el precio de referencia.
En Julio de 2021, 300 salineros denunciaron a las autoridades municipales de la Guajira, por cuanto del precio acordado en 0.80 centavos de dólar, sólo les pagaron 0.50 centavos y les exigían 10 sacos de sal como impuesto por gandola, mediante lo cual “quedamos ahorcados”, declaró María Jiménez.
En esta negociación ha estado ausente la Gobernación del Zulia, órgano competente según la ley para el control y manejo de las salinas. Los salineros tienen varias propuestas orientadas a defender la dignidad y elevar las condiciones de vida de decenas de familias que penden del valor de cambio de «la piedra de los dioses». El gobernador Manuel Rosales tiene la palabra.
NAM/800noticias