Comunicación, antídoto a la catástrofe, por Roberto Quintero 

La comunicación es lo más importante en una relación. La comunicación es importantísima en la familia. La comunicación es muy relevante en la sociedad. Los humanos somos seres comunicativos por naturaleza. 

Todas estas son premisas que, aunque ciertas, están siendo dejadas de lado por quienes conformamos la humanidad en esta época. 

Los avances tecnológicos en favor de la comunicación, paradójicamente, nos aíslan más en todos los niveles de comunicación. 

El exceso de información desacertada ha servido para que, de a poco, nos convirtamos en emisores egoístas. 

Habitualmente creemos ser dueños de verdades absolutas y como emisores nos limitamos a expresar lo que pensamos, por lo general escogemos un canal digital para enviar nuestro mensaje y despreciamos completamente al receptor del mismo, a menos que este piense igual o su retroalimentación sirva para reforzar mis creencias autodiseñadas egoístamente. 

También nosotros rechazamos el papel de receptor. 

No nos interesa escuchar nada que no sea nuestra propia versión de los hechos. 

Esto lo vemos en las relaciones interpersonales más simples (y complejas a la vez), como amistades, matrimonios, familias, instituciones educativas y entidades gubernamentales. 

¿Hacía dónde nos lleva esto? 

Si no paramos, reconocemos el problema y lo solucionamos, sencillamente nos estamos yendo al otro extremo, lo que significa un retraso atroz. 

La esencia de la comunicación es el entendimiento, no el enfrentamiento. Si nos somos capaces de conversar y resolver las diferencias sólo nos queda el conflicto, la violencia y los daños. 

Con el pasar del tiempo, tras muchos enfrentamientos, tras la violencia, los fracasos y las pérdidas, muy probablemente a alguien se le ocurrirá qué mejor que eso es la comunicación y la comprensión. 

¿Tendremos que perderlo todo para luego decir que era mejor hablar? 

Salvemos la relación, rescatemos a nuestra familia, mejoremos el trabajo, elevemos a nuestra sociedad para de verdad ser ese gran país que presumimos desde las redes sociales. 

Habla, sí, pero también escucha, reconoce, cede, respeta, ama y vuélvete embajador de la empatía, la solidaridad y el amor. 

Roberto Quintero, periodista.