¿Piedras en el riñón? Cómo prevenir el doloroso cólico nefrítico
Los cálculos renales, también conocidos popularmente como piedras en el riñón, son la tercera enfermedad más común de las vías urinarias, por detrás de las infecciones urinarias y la patología prostática. Aproximadamente del cinco al 12% de la población de los países desarrollados e industrializados padece algún episodio sintomático antes de los 70 años, según datos actuales de la Sociedad Española de Nefrología.
¿Qué son los cálculos renales y por qué se forman?
Los cálculos se forman cuando los elementos minerales o las sales que contiene la orina —como producto final de los diferentes metabolismos— cristalizan. Algunos crecen hasta que, de forma aleatoria y caprichosa, se liberan del sitio donde han sido formados y comienza el proceso de eliminación a lo largo del tracto urinario. Y, al pasar por ciertas zonas, pueden detenerse bruscamente y provocar una obstrucción en el transcurso de la orina, provocando el cólico. En ocasiones, esa orina acumulada a causa de la obstrucción, puede ir acompañada de bacterias provocando una infección que puede llegar a ser severa.
Independientemente del tamaño del cálculo, el cólico renal es un dolor muy intenso y agudo que empieza en la fosa renal correspondiente y se irradia hacia la zona genital. Generalmente es un dolor unilateral, es decir que aparece en el lado de la unidad renal afectada. No está asociado a movimientos o posturas determinadas por lo que no se alivia con cambios que el paciente pueda adoptar. “Es, sin lugar a dudas, uno de los dolores más terribles e intensos que puede sufrir el ser humano”, destaca la doctora González Enguita.
“El cólico se acaba cuando se expulsa el cálculo. Esta acción puede llegar enseguida, es decir ser inmediata la expulsión en cuanto empieza el cólico o estar retrasada en el tiempo: pueden pasar muchas horas”, advierte la doctora.
Beber más agua, es la primera línea de defensa contra la formación de cálculos
La forma más importante de prevenir la formación de cálculos renales y de tener cólicos renales, sobre todo durante el verano, es aumentar la ingesta de agua hasta un litro y medio o dos litros de agua al día. Según una revisión publicada en Cochrane —la organización especializada en atención sanitaria basada en la evidencia—, centrada en el papel de la ingesta hídrica en la prevención de la recurrencia de cólicos renales, aquellos pacientes que ya han pasado un cólico renal en algún momento de su vida y que aumentan la ingesta de agua en más de dos litros al día, sea cual sea el tipo de cálculo, reducen la repetición de los cólicos en un periodo de cinco años.
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