El tiburón que expulsó un brazo humano y reveló un crimen

En Australia, en el Coogee Aquarium and Swimming Bath de Sídney, un tiburón tigre fue la principal noticia en 1935, cuando vomitó un brazo izquierdo humano en medio de una multitud que lo observaba. Días antes del suceso, Bert Hobson, hermano de Charles, el propietario del acuario, salió de pesca a tres kilómetros de la playa Coogee, en Sydney, cuando pescó un tiburón tigre por casualidad. Hobson llevó al animal de cuatro metros al acuario de su hermano.

En esos momentos, los negocios de la zona estaban en crisis. El año anterior se había demolido el muelle de Coogee, con su teatro para 1.400 personas y su salón de bailes. La playa de Coogee dejó de atraer gente y así, los hermanos Hobson pensaron que traer un tiburón les daría ingresos. La idea, claro, no era mala. Cobrar entrada para ver al terrible escualo.

Una semana más tarde, el 25 de abril de 1935, Bert Hobson anunció la gran aparición del tiburón tigre en medio de un acuario lleno de personas entusiasmadas por presenciar el acontecimiento. Tras unos minutos y en medio del espectáculo, el tiburón comenzó a realizar movimientos bruscos, a lanzarse contra el cristal del tanque y a nadar en círculos cada vez más rápido.

De pronto, en medio de una densa espuma que los visitantes describieron como rojiza y negra, el tiburón vomitó un pájaro, seguido de una rata y, finalmente, un brazo izquierdo humano, que se logró identificar hasta el momento en que la espuma se dispersó en el agua. El brazo tenía un particular tatuaje de dos boxeadores en un cuadrilátero y una cuerda amarrada en la muñeca. No obstante, estaba libre de huellas de mordeduras del tiburón.

La situación estaba clara. El brazo no tenía mordeduras y estaba entero. Por lo cual no había sido víctima del escualo, como se presumía, sino que había sido cortado por alguien y tirado al mar. No se trataba de un ataque de tiburón sino de un crimen misterioso.

El acuario fue desalojado de inmediato y cerrado indefinidamente, mientras se llevaba a cabo una investigación que explicara aquel acontecimiento. A los pocos días y luego de haber hecho pública una foto del tatuaje, la policía recibió una llamada del hermano de James Smith, un corredor de apuestas aficionado al boxeo, ladrón, informante de la policía que llevaba en paradero desconocido varias semanas y dueño del brazo que estaba dentro del tiburón.

Investigando los últimos movimientos de Smith, la policía detuvo a Patrick Brady, el hombre con el que James pasó su último día de vida, culpándolo por su asesinato. Sin embargo, Brady señaló a Reginald Holmes, con quien Smith trabajaba para el contrabando de drogas de los barcos que pasaban, para que fuera interrogado por la policía. Después de esto, Holmes tomó una de sus lanchas y protagonizó una persecución con la policía, donde se disparó en la cabeza y logró sobrevivir. Cuando fue llevado al hospital y revisado, dijo que fue atacado en su casa y confundió a la policía con ladrones, razón por la cual intentó huir.

Una noche antes del juicio, Holmes fue hallado sin vida y con tres disparos en el cuerpo, lo que generó especulaciones acerca de que él mismo había contratado un asesino a sueldo y se suicidó. Debido a la ausencia del testigo ‘estrella’, el caso se cerró poco tiempo después, debido a que el abogado de Brady aseguró que un brazo no puede probar que se haya cometido asesinato. De esta forma, Brady fue puesto en libertad sin condena y el cuerpo de James Smith nunca se encontró.

Patrick Brady falleció en 1965 con 76 años y siempre lo negó todo.

Por Clarín